Bullet Journal
- Paco Gascón
- 22 ene 2018
- 3 Min. de lectura
La idea del bullet journal me parece muy buena si eres organizado y constante -pero me temo que yo no lo soy. Sin embargo, creo que, aunque este tipo de herramienta requiere una inversión considerable de tiempo, sí que te permite hacer cosas que en otro tipo de agendas (manuales o digitales) sería más difícil llevar a cabo. Por ejemplo, el bullet journal da la posibilidad de hacer autofeedback, es decir, revisar lo que se ha hecho y lo que no, reubicar tareas importantes aún pendientes y descartar las que ya no vas a hacer. Además, el sistema de símbolos te permite comprobar de un vistazo el tipo de actividad señalada y ver si ha quedado hecha o no y si se va a posponer o a descartar - yo he utilizado el sistema de códigos que sugiere Rydel Carrol, ya que me parece bastante claro. Además, permite una personalización total y da cabida sin problemas al lenguaje visual, por lo que, desde un punto de vista educativo puede ayudar a muchos chicos y chicas a tomar conciencia de su aprendizaje y se convierte en una herramienta para el desarrollo de la competencia "Aprender a aprender".
Explicaré ahora cómo ha sido mi primer contacto con esta técnica:
Elegí un cuaderno que tenía sin usar - hubiera preferido uno de tapa blanda, pero, al menos, la cubierta es bonita.

El cuaderno tiene hojas rayadas, lo que facilita el trazado de líneas horizontales. Siguiendo las instrucciones de Carroll, he dedicado las dos primeras páginas al índice. Resulta curioso que el índice en este tipo de agendas es lo último que se completa, ya que irá llenándose a medida que avanzamos en nuestra agenda.

El siguiente tramo es el de los meses, lo que se ha denominado future log y en dónde anotaremos tareas no completadas que hemos pospuesto para futuros meses en lo que se conoce como migration o proceso de reubicación. Esta reubicación puede ser temporal y se reflejaría en el mes correspondiente del bloque future logs o puede ser temática y se asociaría a tareas y notas relacionadas en otro espacio de la agenda elaborado a tal efecto.

Y después dedicamos una doble página a cada mes.

La página de la izquierda es un simple calendario con todos los días del mes y en él, aunque Carroll no lo especifica con claridad, podríamos incluir las tareas imprescindibles que se han realizado a lo largo del mes y en qué fecha se ha hecho, con lo que, finalmente, esta página se convertiría en un diario resumido de lo que se ha llevado a cabo en este periodo. En su versión educativa podría ser un diario de aprendizaje mensual en el que, con un solo golpe de vista, podríamos tener acceso a todo lo que hemos aprendido en un mes.

La siguiente página de este bloque estaría dedicada a enumerar las tareas más importantes que tenemos planeadas para el mes en curso. Como esta tarea se realiza sólo una vez al mes, sí que sería posible incorporar en este caso contenido visual en forma de metáforas visuales que, basándose en un imaginario propio, condensen en una imagen la tarea o evento descritos.

Tras este bloque aparecería la agenda diaria propiamente dicha. en mi ejemplo - y debido a que estoy de baja laboral - he anotado tareas de índole personal, aunque este formato es fácilmente trasladable al ámbito educativo. En ella aparecen las tareas (.), eventos (O) y anotaciones (-) precedidas de su símbolo correspondiente. Si es posible, al final de día (si no al final de la semana o mes) se revisará lo que se ha hecho, marcando con un aspa (en azul) las tareas llevadas a cabo, con una flecha las que se posponen y tachando las que se descartan.

He añadido algunos iconos para representar actividades frecuentes - tales como enviar un correo electrónico o llamar por teléfono - para que sean reconocibles rápidamente. También he utilizado un signo de exclamación retintado para llamar la atención sobre tareas y eventos importantes o que no pueden retrasarse.


En definitiva, aunque no sé si llegaría a usarla como agenda personal, desde el punto de vista educativo, creo que el bullet journal es una herramienta muy válida para la autogestión del propio proceso de aprendizaje. De hecho, y aunque de menor complejidad, tiene bastantes similitudes con el Portfolio europeo de lenguas.
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